Pan, vino y carne: la dieta legendaria de los atletas griegos
Pan, vino y carne: la dieta legendaria de los atletas griegos. Cómo comían los atletas de la antigua Grecia para triunfar
Pan, vino y carne: la dieta legendaria de los atletas griegos. Cómo comían los atletas de la antigua Grecia para triunfar
En la antigua Grecia, los atletas olímpicos tenían una dieta muy diferente a la de la población común, fundamentada en grandes cantidades de carne, pan denso y vino, con el objetivo de construir cuerpos fuertes y resistentes. Mientras la mayoría de los ciudadanos se alimentaban principalmente de cereales, verduras y queso, los atletas seguían un régimen alimenticio que en el siglo V a. C. ya priorizaba la ingesta significativa de carne, especialmente de cordero o cabra. Esta elección respondía a la creencia de que la carne roja otorgaba fuerza y templanza, como relató el médico Galeno al describir los consejos de los entrenadores de la época.
Un ejemplo extremo de esta dieta es la del famoso luchador Milón de Crotona, seis veces campeón olímpico, cuya ingesta diaria, según las fuentes, oscilaba entre una vaca entera, diez litros de vino y más de ocho kilos de pan. Se decía que esta alimentación le permitía una fuerza sobrehumana, hasta el punto de que entrenaba luchando con animales salvajes usando solo patadas y puñetazos. Sin embargo, es probable que tales cantidades sean exageraciones míticas, aunque reflejan la aspiración al ideal físico de la época.
La dieta que seguían estos deportistas era también singular en sus detalles: el pan que consumían era muy diferente al actual, elaborado con cebada o trigo integral, denso y rico en fibra, lo que requería un gran esfuerzo masticar y facilitaba la saciedad prolongada. El vino que bebían era robusto y frecuentemente mezclado con ingredientes inusuales como vinagre o agua de mar, supuestamente para darle más fuerza. Esta bebida se consumía en cualquier momento, incluso durante el entrenamiento, con la idea de calentar el cuerpo y mejorar la circulación.
Además, la fruta tenía un lugar importante en su alimentación, sobre todo los higos, considerados energizantes y favorables para la recuperación muscular. Algunos atletas incluso consumían infusiones de higo antes de competir o portaban amuletos hechos con esta fruta. Los coaches recomendaban también llevar una alimentación que incluyera miel, nueces y queso como snacks energéticos antes de las pruebas.
Este régimen estaba estrictamente supervisado por especialistas llamados paidotribai, que controlaban cuándo y qué debían comer los atletas para optimizar su desarrollo corporal. Además de seleccionar alimentos adecuados para cada momento del día, estos expertos también daban recomendaciones para influir en el carácter y el equilibrio del deportista. Por ejemplo, se evitaban ciertos pescados que se creían demasiado fríos o laxantes, mientras que se promovían raíces y bulbos con supuestas propiedades mágicas. Esta estricta disciplina alimentaria buscaba preparar un cuerpo eficiente y resistente a través de una combinación precisa de nutrición y ejercicio.
Aunque desde una perspectiva actual la dieta de estos atletas puede parecer desequilibrada y hasta perjudicial, dado el desgaste que provocaba en el sistema digestivo, en su contexto se entendía como el camino para lograr la excelencia atlética. Se reporta además que algunos atletas consumían carne cruda o poco cocinada para no perder lo que consideraban el “vigor natural” del alimento, una práctica hoy desaconsejada por temas higiénicos.
El volumen y la naturaleza de los alimentos consumidos indican que el rendimiento físico y la fortaleza eran el foco principal, y que estos aspectos tenían prioridad incluso cuando las evidencias nutricionales modernas criticarían tal dieta. Los atletas antiguos combinaban así unas prácticas alimenticias extremas con rigurosos entrenamientos físicos, en una búsqueda conjunta por alcanzar el ideal del cuerpo perfecto según su cultura y concepciones de salud.
En resumen, la dieta de los atletas griegos en la antigüedad se caracterizaba por un consumo elevado de carne, pan denso, un vino fuerte y frutas energéticas como los higos, bajo un cuidadoso control especializado. Si bien hoy se considera una alimentación muy diferente y en ocasiones excesiva, en su época fue la fórmula que les permitió lograr proezas deportivas y una fortaleza física legendaria.
Fuente: Historia National Geographic, artículo «Una vaca entera, diez litros de vino y más de ocho kilos de pan: la intensa dieta de los atletas griegos».
